Terapia de Apego

En el ámbito de la psicología es frecuente recurrir a la teoría del apego para explicar ciertas conductas relativas a la forma de vinculación de los niños y adultos.

          1. El apego y sus estilos: seguro, ambivalente, evitativo y desorganizado


Desde el momento del nacimiento, los seres humanos necesitamos al menos de un cuidador al que vincularnos, que nos provea de lo necesario a nivel físico y mental, para que se dé un desarrollo físico, social y emocional normal. Las personas, tenemos cinco respuestas instintivas: chupar, llorar, aferrarnos, aproximarnos y sonreír, que nos ayudan a expresar, desde bebés, lo que necesitamos: que tenemos miedo, que tenemos hambre, sueño, etc. Estas respuestas son independientes entre sí, pero a través de sucesivas experiencias con los cuidadores, y cómo estos van respondiendo a nuestra demanda, se ira conformando el sistema global de apego, que tiene como resultado el logro y la conservación de la proximidad con el cuidador.

De esta manera, se crean los estilos de apego, que no son más que las formas internalizadas de patrones de conducta que han dado mejor resultado en un intento por mantener una proximidad con la figura de apego. Mary Ainsworth hace la primera clasificación de tipos de apego a través de la respuesta que dan los niños a un procedimiento de laboratorio denominada “Situación Extraña” donde el infante es sometido a una serie de separaciones y reencuentros con su figura de apego:

  • Apego seguro (se estima que lo tiene un 50% de la población): es un niño que al estar jugando de manera normal, si la madre se retira muestra conductas de apego (llorar, buscarla, etc.), buscando el reencuentro con la madre, y una vez esta aparece se calma rápidamente.
  • Apego inseguro ambivalente (se estima un 25% de la población): los niños al ser separados lloraban igual que los de estilo seguro, es decir había conductas de apego, pero cuando la madre volvía eran difíciles de consolar y su presencia no les calmaba.   


  • Apego inseguro evitativo (se estima un 15% de la población): son niños que también muestran conductas de apego, pero cuando la madre vuelve la ignoran. El niño, no busca a la madre para ser consolado.


  • Apego desorganizado: El niño a veces actúa como si tuviera apego ambivalente y otras como si lo tuviera evitativo. No tiene un patrón organizado de apego para responder ante el estrés que le genera la pérdida de su cuidador.


Este tipo de respuesta por parte del niño, ya se veía a partir del año y tenía que ver con como habían respondido los cuidadores durante esos primeros 12 meses al estrés del niño. Galán A. (2010) establece que estos estilos de apego tienen un carácter dinámico

y contextual, por lo que deberíamos considerarlo como una estrategia de adaptación más que como una característica del individuo.

             2.  Apego y salud mental. Psicopatología, trastornos del apego y trastornos relacionales del apego

El niño va desarrollando, a través de esta interacción conducta de apego - respuesta sensible del cuidador, un sentido de sí mismo, los demás y del mundo, dando respuestas a las preguntas como ¿Soy querido?, ¿soy importante para alguien?, ¿soy capaz de buscar ayuda y ser ayudado? ¿las personas son confiables?, ¿las personas están ahí para mí?


Cuando estas preguntas se responden de forma afirmativa, podríamos decir que el patrón de apego estaría actuando como promotor de resiliencia y amortiguador de experiencias dolorosas. Veámoslo de forma práctica, imaginemos que un niño tiene que enfrentar el divorcio de sus padres, lo que podría implicar menor disponibilidad de sus padres o ciertas situaciones en las que tal vez no reciba tanto como precisa. El niño con apego seguro podría interpretarlas como fallas temporales y salir a la búsqueda de otras personas (profesores, tíos, etc.), que le diesen calidez y un acogimiento para procesar dicha experiencia. El niño inseguro, podría vivirlo como una situación amenazante,


a. Psicopatología


El apego seguro permitiría que experiencias que en sí mismas tienen un potencial traumático queden interpretadas de una manera más benigna, manteniendo su salud mental ya que cuentan con un modelo mental de sí mismo como capaces de convocar recursos y de las figuras con las que se relacionan como confiables.


Un acontecimiento doloroso vivido desde el apego inseguro podría aumentar el potencial psicopatogénico, ya que las vivencias serían interpretadas desde la angustia, la duda, la inseguridad y la falta de confianza en uno mismo y el otro.


En el caso del apego desorganizado, el niño ya estresado por la situación entraría en mayor desregulación al entrar en contacto con la figura de apego. Dicha figura, provoca mayor malestar al niño porque es agresiva, maltratante, etc. Por ejemplo, un niño que siente angustia por el examen del día siguiente, en vez de calmarlo y ayudarle a estudiar, el cuidador podría culpabilizarle, gritarle o castigarle “por no haberlo preparado con tiempo”. Llamaron a esta situación "terror sin solución" y se produce un dilema qué es insoluble: toda nuestra biología nos impulsa a buscar esa protección en esa figura que es la figura de apego, al mismo tiempo nuestra experiencia nos dice no vayamos a ella,


Los niños que presentan un patrón de apego desorganizado suelen ser hiperreactivos emocionalmente, presentan algunos comportamientos que son más bizarros y a veces tienen muchos problemas de conducta. Hacia la adolescencia y la adultez un elemento que está muy correlacionado con este patrón de apego desorganizado son los trastornos disociativos, porque así como los niños no pueden encontrar cuando son pequeños un eco emocional en sus figuras de apego, construyen a partir de eso una dificultad para entenderse a sí mismo y para integrar sus estados y esto lleva que en algunos casos esté correlacionado este patrón de apego con la presencia de un trastorno tan grave como es el trastorno disociativo, las dificultades en la integración son un elemento que forma parte de la esencia del apego desorganizado.


  b. Trastornos del apego


Los trastornos del apego fueron descritos por autores como Alicia Lieberman, Charles Zeanah y también con Boris, Larrieu, un grupo de autores que fueron tomando 3 grupos principales de trastornos del apego.


  1. Trastornos por falta de apego: la relación no ha podido establecerse porque se ha dado abandono por parte de los cuidadores. Existen dos formas: 1. El niño muestra inhibición emocional, embotamiento afectivo, no muestra sus sentimientos, no busca consuelo e incluso lo rechaza, muestra serios problemas con la regulación afectiva, y reacciona intensamente, pero no aceptan el consuelo, es muy difícil acercarse emocionalmente a estos niños. Y 2. El niño sí se relaciona, pero lo hace en forma indiscriminada, busca la proximidad, busca el consuelo, pero lo hace sin una selectividad incluso con extraños. Tienden a violar las normas de lo que es el acercamiento social.
  2. Trastorno por disrupción del apego: el niño había establecido una relación con una figura de apego, pero la persona desaparece, por abandono o fallecimiento.  Estos niños pasan por diferentes fases que originariamente describió Bowlby para los casos del duelo: 1.  la protesta, en la que el niño busca, llora, llama, se resiste, 2. fase de desesperación, donde aumenta el llanto, el niño no duerme, el niño está desesperado buscando esta figura, 3. desapego, embotamiento afectivo y de aparente desinterés. Pero, estos niños pueden establecer una nueva relación con una figura estable.

c. Trastornos relacionales

Estos trastornos son observables en niños, pero podemos extrapolar ciertos comportamientos a personas adultas con respecto a sus nuevas figuras de apego: pareja, buenos amigos, etc.

 

  1. Trastorno relacional del apego con tendencia a ponerse en peligro. Debe existir un equilibrio entre la exploración y la necesidad de seguridad. En este trastorno se observa que los niños se alejan de la figura de apego y no muestran reacercamiento. Esto suele conllevar conductas en sí mismas peligrosas como alejarse demasiado, subirse a árboles, etc. La figura de apego no cumple la función de mantener a salgo y regulado.
  2. Trastorno relacional del apego con aferramiento ansioso. En este caso, observamos también una alteración en el balance entre exploración y alejamiento, pero este niño hace justamente lo contrario que en el anterior caso, se mantiene cerca y le cuesta explorar en presencia de su figura de apego. Porque se ha observado, que estos niños exploran más cuando no está dicha figura.
  3. Trastorno relacional del apego con hiper complacencia y control. En este caso la exploración y el juego están inhibidos, por una actitud hipervigilante hacia el cuidador, sobre todo hacia su estado emocional. Suele preocuparles mucho que el cuidador se enfade, por lo que hacen todo lo que pueden por aplacarlo y complacerlo.
  4.  Trastorno relacional del apego con reversión de roles. La relación de apego está invertida, el que provee la atención y cuidado es el niño, que se muestra disponible, empático y pendiente de las necesidades de su cuidador.


Trastorno relacional del apego con reversión de roles. La relación de apego está invertida, el que provee la atención y cuidado es el niño, que se muestra disponible, empático y pendiente de las necesidades de su cuidador.

                  3. Aplicación en terapia psicológica


Los estilos de apego y sus patologías serían el intento por parte de la mente del niño de adaptarse a su contexto particular, donde se dieron unas interacciones entre el niño y sus cuidadores únicas. Lo cual, nos ayuda a entender aún mejor el desarrollo psicopatológico, así como brindar, dentro del contexto terapéutico, escenarios de apego seguro a través de un vínculo estable, responsable y sensible a las necesidades del paciente. Y así pueda estar, sentir y pensar de una nueva manera acerca de si mismo y las relaciones.


 donde relaciones basadas en del paciente:


                a.     El paciente descubre modelos operativos más funcionales.

                b.     Desarrolla mayor capacidad para explorar y regular mejor sus emociones.

                c.      Se trabaja sobre experiencias vinculares y sus interacciones.

                d.     Se reflexiona acerca de motivaciones conscientes e inconscientes.

                e.     Se trata la mentalización de Fonagy y Bateman: la capacidad que tienen los seres humanos para inferir e interpretar las                                  conductas, sentimientos y acciones propias y de los otros.

 

En definitiva, se trata de que el paciente haga cada vez más consciente los procesos automáticos que desarrolló en su primera infancia, y que han definido la forma de mirarse a sí mismo, a los demás y al mundo que le rodea. Para que pueda hacerlo ahora, de una manera más serena, reflexiva y benigna.


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