Terapia Cognitivo Conductual

  1.    HISTORIA DE LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL (TCC) 


A comienzos del siglo XX aparece el conductismo como una manera científica de estudiar lo psicológico y reducirlo a lo observable. Convirtiendo la psicología en una ciencia de la conducta, sin mentalismo. La mente no puede ser estudiada debido a la imposibilidad de un acercamiento a ella a través del método científico.


       La psicología cognitiva surge en los años 50 y 60 como reacción y alternativa a esta concepción conductista de la psicología. Se encarga del estudio de los procesos mentales implicados en el conocimiento. Pone el énfasis en la influencia del pensamiento sobre la conducta de la persona, mediando entre el estímulo y la respuesta.       

A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, ambas corrientes fueron creciendo y evolucionando, dando lugar como resultado, a las llamadas terapias cognitivo-conductuales, aunque son más que la mera unión de la psicología cognitiva y la psicología conductual. Además, se han descrito numerosas técnicas y se han realizado un gran número de estudios para probar su eficacia.


    Existen múltiples terapias cognitivo-conductuales, las más actuales son las llamadas de tercera generación como la terapia de aceptación y compromiso (ACT) y terapia dialéctica conductual (TDC).


A continuación, te mostramos de manera breve y resumida una explicación general de la TCC.

  2.        ¿EN QUÉ CONSISTE LA TCC? 


La TCC entiende que pensamiento, emoción, sensación física y conducta están íntimamente relacionados. Por ello, un cambio en la manera de pensar, también cambiará la manera de actuar de la persona y las emociones que se generan en las diferentes situaciones; y cambiando la manera de responder del paciente ante la situación problemática, también cambiarán sus pensamientos con respecto a sí mismo, a los demás y el mundo.


La TCC es un ámbito de intervención en salud mental que trabaja con respuestas físicas, emocionales, cognitivas y conductuales desadaptadas, de carácter aprendido. Estas respuestas se han practicado a lo largo de tanto tiempo que se han convertido en hábitos del repertorio comportamental de la persona. Sin embargo, los pacientes no siempre conocen el carácter aprendido de sus hábitos y consideran que tienen poco o ningún control sobre ellos. La TCC considera que el individuo tiene responsabilidad en los procesos que le afectan y puede ejercer control sobre ellos.


El principal objetivo de la terapia es ayudar a la persona a solucionar el problema específico y presente que le ha llevado a la consulta y prevenir su reaparición, dotándola de herramientas que pueda poner en práctica en un futuro. Aunque tiene en cuenta los factores históricos que explican por qué se está dando la situación actual.


Es un proceso más estructurado y dirigido que el de otras corrientes, y suele tener una duración específica. Además, tiene una naturaleza educativa que puede hacerse más o menos explícita a lo largo del tratamiento y un carácter auto-evaluador durante todo el proceso.

Se suelen trabajar con:

 

  1. La reestructuración cognitiva:
    Se trata de identificar la manera en que el paciente piensa y enseñarle a cuestionar los pensamientos negativos. Para ello, trabajamos con las distorsiones cognitivas como la intolerancia a la incertidumbre, la sobreestimación de la amenaza, el perfeccionismo, la exigencia y la responsabilidad excesiva. También aprendemos herramientas para afrontar la rigidez de ideas, la fusión pensamiento-acción y/o la toma de decisiones. Y ponemos en práctica técnicas como la resolución de problemas, qué pasaría si lo peor llegara a ocurrir, parada de pensamiento, el tiempo basura, etc.
     
    La psicoeducación y entender cómo funciona nuestro cerebro es fundamental en este nivel. Nos permite cultivar otras maneras de pensar con autoafirmaciones positivas y relacionarnos con nosotros mismos desde la compasión, el amor y la gratitud.

    Todo esto puede dar lugar a cambios conductuales que hagan que la persona se sienta mejor.

  2. Los autorregistros: ayudan a la persona a identificar sus patrones de pensamiento, emociones, sensaciones y acciones, así como determinar si estos son poco realistas o no le benefician; y cómo se desencadena todo.

  3. La exposición a las situaciones: puede ser en imaginación, en vivo, en terapia, en casa, de manera gradual, etc. Terapeuta y paciente establecen una jerarquía de diferentes escenarios donde se enfrenta al problema para que pueda ir asumiendo retos.

  4. El entrenamiento en relajación y respiración: como conducta alternativa que haga descender los niveles de activación de la persona.
    La relajación muscular progresiva de Jacobson se ha mostrado de gran ayuda.

  5. Las tareas para casa: el psicólogo pueden incluir la lectura de algún material, actividades para practicar las técnicas que se
    aprendan, o bien exponerse gradualmente a situaciones que le causen temor.



 3.   ¿CÓMO TRABAJAMOS EN TERAPIA VIVA? 

En Terapia Viva contamos con profesionales expertos en TCC para que puedas resolver tu problemática desde este enfoque si así lo deseas. Y también, como centro integrador, incluimos esta corriente y sus técnicas más eficaces en tratamientos más amplios que trabajan con todos los niveles de la persona (conducta, pensamiento social y profundo, emociones básicas y profundas, y espiritualidad), con el presente y el pasado, con lo consciente y lo inconsciente y con su historia de vida.



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