Duelo terapéutico

El duelo es un proceso natural por el que pasamos las personas para superar una pérdida. La terapia de duelo puede ayudar a entender y reconocer aspectos normales de dicho proceso, conectar con sentimientos asociados a la pérdida y a afrontar nuevas estrategias para lograr una nueva adaptación



        1.  Tipos de pérdidas


Todas las perdidas no conllevan un duelo, pero es importante conocer los diversos tipos de pérdidas para saber los procesos intrapsíquicos por los que podemos pasar a lo largo de nuestra vida.


 El duelo es tan natural como     llorar cuando te lastimas,   dormir cuando estás cansado,   comer cuando tienes hambre,     estornudar cuando te pica la       nariz. Es la manera en que la   naturaleza sana un corazón   roto.

 Doug Manning

Pérdidas relacionales: en este grupo reunimos a las pérdidas de personas (fallecimientos de seres queridos, separaciones, distanciamientos, etc.).


Pérdidas de capacidades: son las relacionadas con las pérdidas relacionadas con las capacidades físicas o mentales (la pérdida de algún miembro, la pérdida de facultades mentales, etc.).


Pérdidas materiales: aquellas que tienen que ver con las posesiones (la pérdida de los objetos del hogar tras un incendio, la pérdida del vehículo tras una inundación, etc.).


Pérdidas evolutivas: engloba las pérdidas relacionadas con las etapas de la vida (la pérdida de la inocencia al pasar de la infancia a la juventud, la pérdida del rol laborar al pasar a la jubilación, etc.).


        2.     Tipos de duelos


El proceso de duelo es diferente para cada persona. Por ello, conocer los diferentes tipos puede ayudarnos a comprendernos más y mejor a nosotros mismos. 


1. Duelo anticipado


Es el duelo que se inicia antes de que la pérdida haya ocurrido. Es común cuando se diagnostica una enfermedad que no tiene cura, o cuando una relación de pareja no va bien hace tiempo, o cuando no se desea continuar con el trabajo. La persona inicia el proceso de tristeza, de sentimiento de pérdida antes de perder a su familiar, antes de romper su relación o antes de abandonar ese trabajo. Dicho proceso nos ayuda a prepararnos para la pérdida real.


Muchas personas que han hecho este proceso experimentan la pérdida como un alivio, lo cual les puede generar culpa. Es importante entonces, comprender que el proceso de duelo ocurrió de manera anticipada.


2. Duelo sin resolver



Se le denomina así al duelo que persiste después de los 18-24 meses sin ser superado. Puede ocurrir que haya aspectos del duelo que dificulten el proceso: que el fallecimiento fuese inesperado, trágico o que no se encontrase el cuerpo, entre otros.


3. Duelo crónico


La persona que lo padece no puede superar la pérdida y lo revive a lo largo de los años: lo recuerda a diario, tiene pensamientos recurrentes sobre ello, muchas cosas le recuerdan a la pérdida.


4. Duelo ausente



Esta forma de duelo ocurre cuando la persona no acepta la pérdida y ha quedado bloqueada en la fase de negación. Si su pareja ha roto, seguirá pensando que pronto volverán o si ha fallecido alguien cercano pensará que se trata de un error y que algún día volverá.


5. Duelo retardado



En el duelo retardado, el proceso de duelo es normal, pero ocurre tiempo después a la pérdida. Suele pasarles a personas que controlan sus sentimientos, que necesitan pensar claramente para tomar alguna decisión con respecto a dicha pérdida, o cuando se tienen que hacer cargo del cuidado de su familia, por ejemplo, de hijos pequeños. De modo que se retarda el momento de conectar con los sentimientos de dolor


6. Duelo inhibido



Suele ocurrir cuando la persona tiene dificultades a la hora de expresar sus sentimientos y no consigue conectar ni expresar la tristeza, el miedo u otras emociones que aparecen durante el proceso de duelo.


7. Duelo desautorizado



En este tipo de duelo, el círculo cercano de la persona no acepta que la persona pase por el duelo. Por ejemplo, si fallece el padre que les abandonó desde pequeños, su madre que les crio junto a la familia de esta podría desautorizar el duelo a sus hijos reprochando que él nunca estuvo ahí y que no tienen por qué sentir tristeza por su pérdida. O si un marido es infiel a su mujer y la deja, la familia de esta podría no autorizar que ella llorase dicha pérdida por el hecho de que se lo hizo pasar mal durante la relación.


8. Duelo distorsionado



La persona sufre una reacción desproporcionada con respecto al duelo actual. Es habitual cuando la persona no pudo hacer un duelo significativo previo y el nuevo duelo le reaviva sentimientos que no pudo expresar en el pasado. Por ejemplo, fallece la madre de una amiga y le inunda la sensación de vacío y tristeza desmedida con respecto a la relación que tendría esa persona con la madre de su amiga.


        3.    Las etapas del duelo


En los procesos de duelo, tanto si se dan de manera espontánea como en los que se realizan en un proceso psicoterapéutico pasan por diferentes fases, aunque la mayoría de las veces de manera desordenada.


1. Negación


Durante esta primera fase, la persona no acepta la pérdida. Es un mecanismo de defensa normal que ayuda a reducir el dolor y la ansiedad del momento. Hay personas que no consiguen aceptar la perdida incluso habiendo pasado mucho tiempo porque aceptarla conllevaría un gran trauma para sí mismas o sus vidas, y permanecen en la negación. 


2. Ira


Se puede sentir ira hacia la persona que se ha ido, incluso hacia uno mismo durante un tiempo. Es normal sentirla, ya que es una emoción que nos ayuda a tomar distancia y empoderamiento hacia la nueva realidad. Durante esta fase hay que cuidar que la ira no se convierta en culpa patológica hacia uno mismo o los demás. 


3. Negociación


En esta etapa, se activa el deseo de volver a la vida como lo era antes de la pérdida. Para ello la persona podría formular negociaciones divinas en un intento, sin frutos, de que algunos cambios de hábitos o conductas propias pudieran revertir el proceso de pérdida. Es un mecanismo de defensa que puede producir cierto alivio temporal al dolor y sensación de control ante la pérdida.


4. Depresión


Durante esta fase en la que la tristeza es predominante, podrían aparecer síntomas como la anhedonia, el retraimiento social, la apatía, la desesperanza, la pérdida de concentración y de la capacidad para tomar decisiones, y síntomas fisiológicos como problemas de sueño o alimentación, etc. 


La tristeza ayuda a aliviar el dolor que se siente y a hacer introspección sobre la vida de uno mismo. Puede aparecer junto a la tristeza, una crisis existencial que lleve a la persona a reformularse preguntas acerca de quien es, que quiere para ella, que va a ser de ella a partir de ahora, etc. 


5. Aceptación


La aceptación de la pérdida va brotando en la medida en la que la lucha va cesando. Aparece el desapego hacia aquello que ya no está y se empiezan a cambiar algunos hábitos adaptados a la nueva vida, en favor de volver a sentirse bien.


 4.   En qué consiste 


La terapia de duelo tiene como fin último ayudar a la persona a superar la pérdida que ha sufrido de manera saludable. El proceso se centrará en el trabajo con: los sentimientos (vacío, la tristeza, el dolor), pensamientos (confusión, rumiaciones acerca de la pérdida), problemas asociados (falta de apetito, de sueño) y los recuerdos asociados a dicha pérdida. 

El proceso terapéutico consiste en 10 sesiones estructuradas en las que se ayudará a la persona a transitar de manera segura el duelo:   


a.     Sesión 1 . En el primer día hablaremos acerca de la historia del paciente y del duelo que quiere superar.   


b.     Sesión 2-3. Empezaremos a trabajar sobre la parte cognitiva del duelo. La negación de la perdida y la racionalización conforman las             etapas cognitivas del duelo. 

  • Se trabajará sobre los  conceptos del duelo para que la persona comprenda mejor su proceso, incluso aportando bibliografía como     tareas para casa. 
  •  El relato de la pérdida. La persona expresa cómo fue el proceso de la pérdida, dónde se encontraba ella cuando sucedió, cuáles fueron  sus últimas interacciones, de qué forma se despidió, si es que pudo hacerlo. 
  • Relación con la persona fallecida o con la pérdida. Se hace un recorrido por esa relación con el fin de tener una mayor comprensión acerca de sus sentimientos positivos y negativos, sus buenos y malos momentos con esa persona o situación, etc. 
  •  Elaboración de la historia de la persona que ha fallecido o con la pérdida. Desde el principio hasta el final deben contar, cuál fue la vida de la persona o situación que han perdido. Este ejercicio va a permitir al paciente dar por terminada la etapa de racionalización e introducirse en la siguiente fase. Es importante la forma en que cierren esa biografía, explicar lo que implica el punto y final de la  última línea de la biografía que permite ir asumiendo la pérdida y dejar atrás la negación de ésta.


c.   Sesión 4, 5, 6 y 7.  Etapa emocional tristeza y aceptación.


  • Es importante que la terapia brinde un espacio para expresar su dolor, dudas, miedos, rabia y crisis por la que pueda estar pasando.    Trabajos planificados con fotos, con música, la carta de despedida, la silla vacía, etc, facilitarán la conexión y expresión emocional de    manera segura, dentro del contexto terapéutico.


d.   Sesión 8, 9 y 10 . Etapa de perdón, agradecimiento y nuevos apegos.



  • Carta de perdón . Pedimos recordar y hacer un listado de los momentos o situaciones donde hiciera algo de lo que ahora se lamente o arrepienta, y de las que necesite disculparse. También se puede hacer un repaso de los momentos en los que esa persona o situación le    hubiera hecho sentir decepcionada o dolida a ella. 
  • Carta de agradecimientos. Animamos a pensar en todos aquellos momentos y situaciones concretas que el paciente puede                agradecer,    haciendo un repaso a lo largo de toda la relación, de principio a fin. 
  • Tareas para imaginar un nuevo futuro: Dibujo del futuro, Fantasías y visualizaciones dirigidas.

En definitiva, nuestro interés consiste en que se restaure esa rueda de la vida que pasa por aceptar la pérdida, expresar el duelo, adaptarse a una vida distinta y orientarse hacia nuevas relaciones.


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