Terapia de Aceptación y Compromiso

  1. Origen 


El inicio de la terapia de aceptación y compromiso lo marca un artículo de Steven Hayes en 1984 sobre la espiritualidad. En el artículo propone que, partiendo de la autoconciencia y de la toma de perspectiva, los seres humanos podremos dejar de seguir inconscientemente las reglas de comportamiento que hemos adquirido en la infancia.


La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) es un tipo de terapia que se engloba dentro de las denominadas terapias de tercera generación, que surgieron entre los años 80 y 90 en Estados Unidos y forman parte de los modelos terapéuticos conductuales y cognitivos.


Mientras las terapias de primera y segunda generación se centraban y (centran) en combatir los pensamientos automáticos o causantes de malestar y sustituirlos por otros supuestamente más adaptativos, las terapias de tercera generación ponen énfasis en el diálogo y el contexto funcional y buscan la aceptación y la actitud no enjuiciadora como manera de encontrar el bienestar.


La ACT se presenta como una alternativa a la psicología tradicional y es un modelo de psicoterapia que está respaldado científicamente y que utiliza distintas técnicas: paradojas, ejercicios experimentales, metáforas, trabajo con valores personales e incluso el entrenamiento mindfulness. Tiene sus bases en la Teoría del Marco Relacional (RFT), por lo que se encuadra en nueva teoría del lenguaje y la cognición.

2. Postulados de la ACT


1. ACT recoge la experiencia de la dimensión sufrimiento-placer. La experiencia muestra que el sufrimiento y el placer están en la misma dimensión, son los dos lados de una misma moneda. Lo que significa que es inevitable tener la posibilidad de disfrutar (por ejemplo, al recordar cosas placenteras), sin que ello lleve parejo la posibilidad, antes o después, de recordar situaciones que traigan al presente sensaciones negativas. Esta dimensión es la base sobre la cual la persona llega a aprender lo que da significado a su vida y a cómo conseguirlo.


2. Contextualismo Funcional: ACT es una terapia conductual, analítica, contextual y, consecuentemente, funcional. Analiza el comportamiento del individuo desde el contexto en el que ocurre, porque si se descontextualiza, entonces no es posible descubrir su funcionalidad.


3. El proceso de formación de los valores y de qué hacer para conseguirlos, permite explicar por qué encaminamos nuestras acciones hacia algo que, bien puede estar enmarcado sólo en


lo más básico (placer y eliminación del dolor inmediatos), o bien, en “algo” más relevante que impregne simbólicamente cada acto que llevamos a cabo.


4. ACT parte de un modelo de salud en el que La máxima cultural predominante es “por encima de todo, sentirse bien”. Promueve la necesidad de búsqueda de placer, sin contextualizar, y, su reverso, la supresión de malestar. El funcionamiento acorde a esta manera de entender la salud mental conecta a poderosos sectores económicos y sociales con lo que “la gente quiere de inmediato”, El problema surge a la larga cuando esas dos piezas no encajan.


5. Evitación Experiencial. ACT sostiene que los trastornos psicológicos tienen un elemento común: un patrón de funcionamiento o regulación verbal ineficaz. Este patrón de regulación se denomina evitación experiencial.


  3. Contextualismo Funcional


Para la ACT, interesa saber cómo se relaciona la persona con el contexto en base a su historia y circunstancias actuales, teniendo en cuenta la conducta verbal y los valores. La conducta verbal es lo que el paciente se dice a sí mismo y a los demás, pero es importante por su función, no tanto por el significado. Un paciente puede decir que tiene mucha vergüenza cuando habla en público pero lo importante no es saber si siente vergüenza o está acomplejado, el objetivo es saber si esta manera de pensar le está haciendo bien o si le perjudica.


4. Teoría del Marco Relacional


La ACT tiene sus bases en la Teoría del Marco Relacional (RFT). El lenguaje humano puede transformarnos, pero también crear el sufrimiento psicológico. Por eso es necesario trabajar con los significados del lenguaje, sus funciones y su relación con los eventos privados (emociones, pensamientos, recuerdos…). Además, el autodescubrimiento y la clarificación de valores son elementos imprescindibles en este tipo de terapia, en la que el paciente debe preguntarse y cuestionarse qué clase de persona quiere ser, qué es lo verdaderamente valioso en su vida y desde qué creencias y valores actúa.


Se dan tres tipos de auto-regulaciones que podrían ser limitantes y sobre ellas se trabaja en psicoterapia dentro de este marco teórico:


1. Regulación pliance: La persona se regula dependiendo de forma extrema de lo que opinen o hagan los otros externos, lo que supone que las actitudes de otros con respecto a persona actúan como reforzadores positivos o negativos. Sería el llamado “complaciente”.


2. Regulación tracking: Puede ser problemática ya que determinadas conductas disfuncionales se asocian a una explicación que descarga de responsabilidad y sufrimiento. Por ejemplo “beber me ayuda a estar más deshinibido”


3. Regulación augmenting: Puede tener numerosas posibilidades. Algunas positivas, como por ejemplo, estudiar cada vez más me hará libre y autónomo. Permite ajustar la conducta a la vida en cuanto a reglas morales, y/o permitir la trascendencia al dolor. Otras veces, esta regulación tiene efectos limitantes, como cuando no se es consciente de que por ejemplo la conducta de beber que calma la ansiedad y el dolor del momento no es nada comparada con ver a los hijos abandonados si se sigue bebiendo así. O si no se acepta el dolor y el sufrimiento como parte de la vida, se despliegan conductas evitativas, pudiendo escalar y llegar a la evitación total: el suicidio.

5. Principios de la Terapia de Aceptación y Compromiso:


La ACT emplea algunos principios que permiten que los pacientes desarrollen la flexibilidad mental necesaria para mejorar su bienestar emocional. Son estos seis:


1. Aceptación

La aceptación significa reconocer y aprobar nuestra experiencia emocional, nuestros pensamientos o nuestros sentimientos. Tiene que ver con tratarnos con cariño y compasión a pesar de no ser perfectos. No debemos luchar contra nuestros eventos privados ni huir de ellos.

 

En realidad, la aceptación de la situación presente contribuye a que muchos de los aspectos de nuestra vida que percibimos como problemas dejen de serlo, disminuyendo así el nivel de ansiedad y los factores de malestar asociados a este.

 

2. Defusión cognitiva

Se trata de observar nuestros pensamientos y cogniciones como lo que son, trozos de lenguaje, palabras, imágenes, etc. Simplemente, observar y dejar ir sin juzgarlos. De este modo se adopta una visión distanciada y más racional de las cosas.

 

3. Experiencia presente

El presente es el único momento que podemos vivir. El estar en el aquí y el ahora con una mentalidad abierta y la conciencia plena, participando totalmente con la atención debida a lo que está ocurriendo en nosotros y nuestro alrededor es la clave de nuestro bienestar.

 

4. El “Yo observador”

Significa desprenderse del yo conceptualizado, es decir, del apego hacia nuestras propias narraciones. Desde la perspectiva del yo como observador vemos las cosas desde un punto de vista no enjuiciador.

 

5. Claridad de valores

La ACT exige un trabajo de autoconocimiento que permite clarificar nuestros valores desde lo más profundo del alma. ¿Qué es lo verdaderamente valioso para nosotros? ¿Dónde queremos estar o ir en realidad? Estas son algunas de las preguntas a las que hay que responder. Eso sí, siempre con honestidad.


6. Acción comprometida


La dirección que seguimos siempre debe estar determinada por nuestras propios valores y no por las imposiciones sociales. Hay que involucrarse en acciones significativas para nosotros mismos. De este modo somos mucho más propensos a comprometernos con nuestros proyectos y hacer que progresen al ritmo que queremos.


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