Los malos tratos en el hogar son un grave peligro para la salud de las víctimas, por lo que es necesaria la intervención de profesionales sanitarios en su prevención, detección y tratamiento, en coordinación con otros profesionales e instituciones.
La violencia familiar se define como los malos tratos o agresiones físicas (golpes, quemaduras, etc.), psicológicas (críticas exageradas, humillaciones, etc.), sexuales (abusos, violaciones, etc.) o de otros tipos, infligidas por personas de la familia a otros miembros de esta.
Dicha violencia, tiene consecuencias graves para la salud tanto física como mental de las víctimas y los otros miembros de la familia. Las lesiones son de tipo físico: traumatismos, heridas, quemaduras, etc., las de tipo sexual: enfermedades de transmisión sexual, embarazos de riesgo y abortos, etc., las psicológicas: estrés post-traumático, ansiedad, depresión, abuso de drogas y psicofármacos, aislamiento social, e incluso, el uso de la violencia con otros (con la pareja, hijos, etc.) entre otras.
Los agresores , tienen diferentes factores de riesgo a nivel psicológico, como son la personalidad narcisista, psicopática o
controladora, problemas con las drogas o el alcohol, o haber experimentado en la familia de origen violencia, entre otros. Son personas con grandes dificultades para empatizar con otros y para expresar sus sentimientos, necesidades y pensamientos de manera respetuosa. Además, de la falta de control de impulsos, que los puede llevar a reaccionar de forma desmedida en un corto espacio de tiempo.
El ciclo de violencia es similar en las diferentes formas de maltrato:
A. Violencia en la pareja
Son aquellos malos tratos que el agresor produce, con carácter habitual, sobre su pareja con el fin de someterla. El hecho de estar en un entorno privado e íntimo dota al maltratador de poder para descargar su ira, celos y control contra su pareja.
Las víctimas de malos tratos, con frecuencia tienen miedo a las represalias si lo cuentan, vergüenza de estar pasando por ello, la esperanza de que el/la agresor/agresora cambie, dependencia psicológica o económica hacia su pareja, sensación de indefensión, pérdida de la identidad propia y falta de apoyo social. Además, la víctima de los malos tratos, que siente que no puede mostrar su rabia hacia el agresor, a veces desvía esa emoción contra sí misma u otras personas, como pueden ser sus hijos o sus padres.
B. Violencia hacia los hijos
En este tipo de violencia, el niño es la víctima de tales lesiones de manera recurrente e intencionada por parte de los progenitores o tutores. Muchas veces, estos padres han sufrido en su infancia malos tratos y repiten aquellos comportamientos cuando el niño no hace aquello que ellos desean o esperan de él. El niño es entonces, alguien que tiene que obedecer, en vez de alguien a quien acompañar en su crecimiento y adquisición de habilidades motoras, psicológicas y emocionales, entre otras.
El niño puede vivir con sentimientos de amenaza constante, y como consecuencia, desarrollar dificultades para el aprendizaje y la concentración, dificultades de socialización, comportamientos agresivos, problemas emocionales y psicológicos. A largo plazo, se ha observado que los niños maltratados tienen una alta tolerancia a situaciones de violencia, lo cual podría ser un factor de riesgo en el futuro.
C. Violencia Filio-parental
La violencia filio-parental es aquella a través de la cual un hijo tiene conductas de maltrato hacia sus figuras parentales, de manera intencionada y en repetidas ocasiones. Los hijos intentan llevar a cabo dichas conductas en un intento de conseguir control y dominio, y así lograr lo que quieren por encima de lo que digan sus progenitores.
Los padres o tutores muchas veces sufren una pérdida de autoestima, autoridad y confianza en sí mismos. Pueden sentir miedo, ansiedad y estrés cada vez que tienen que interactuar con el hijo.
2 . Tratamiento integral
El tratamiento consistirá en un abordaje integral de varios profesionales: el psicólogo sanitario especializado en adultos o niños, médico de cabecera, Centro de atención a la familia del distrito, asociaciones de ayuda para las víctimas y agresores, entre otros.
En primera instancia, ambas partes necesitarán tratar a nivel individual la dinámica coercitiva, aprender a reconocer la situación y encontrar soluciones alternativas en cada una de las fases. También se tratarán aspectos relativos a su historia personal y la relación con el conflicto actual, traumas del pasado y presente, su autoestima, las relaciones personales.
De manera más específica, la victima tendrá que trabajar en el rol que toma en las relaciones, su poder personal, el aislamiento (si lo padece), mientras que el agresor tendrá que tratar la empatía hacia el otro, la asunción de la responsabilidad, el análisis de los episodios violentos, el aprendizaje de nuevas habilidades para relacionarse y la prevención de recaídas.
Siempre que todos los profesionales adheridos al tratamiento lo consideren oportuno, se harán sesiones familiares y/o de pareja para tratar los conflictos y revisar soluciones alternativas, se tratarán aspectos relativos a la comunicación no violenta y asertiva de las propias necesidades y emociones. Cuando el conflicto se reduce, se puede empezar a tratar el afecto.
Se considera malos tratos a toda forma de violencia que, en el ámbito familiar, se materializa en agresiones físicas o en agresiones psicológicas y verbales.
Si es usted víctima de malos tratos siga los siguientes consejos generales:
Fuente: Guardiacivil.es
Calle de la Princesa 59, 1 izq, 28008. Madrid.
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