“La adolescencia se caracteriza por ser un momento vital en el que se suceden multitud de cambios que afectan a todos los aspectos fundamentales de una persona”
Estos cambios son tanto físicos como psicológicos y además, en cada persona se suceden de una manera particular, ya que también dependen de factores genéticos y ambientales. Creemos que todos los cambios son visibles: se dan en el aspecto físico de las personas pero, estudios recientes han revelado que el cerebro experimenta grandes variaciones igualmente, que influyen en la conducta. Así, algunos autores, han resaltado que también se tienen que desarrollar las funciones intelectuales ejecutivas, tales como la atención selectiva, la toma de decisiones o la inhibición de respuestas. Otros autores, han relacionado la falta de madurez en la corteza prefrontal con la falta de control inhibitorio, lo que podría dar una explicación a la impulsividad, el incremento de la búsqueda de estímulos o las conductas de riesgo propias de esta etapa.
1. Principales problemas en la adolescencia
Las familias con adolescentes viven, con frecuencia, muy preocupadas esta etapa de la vida de sus hijos. Es importante conocer los problemas más frecuentes de la adolescencia para que se puedan prevenir y dado el caso detectar a tiempo para realizar una buena intervención.
Queremos resaltar la importancia de la autoestima en la adolescencia, ya que es un momento de múltiples cambios físicos y psicológicos que muchos jóvenes viven de manera crítica, y esto puede afectar a las relaciones con los demás y a sus decisiones vitales.
Con los cambios físicos y psicológicos, llegan muchas ideas sobre cómo es el adulto que nos gustaría ser y cuáles son los modelos sociales en los que nos vamos a fijar. Se sienten nuevas emociones y sentimientos, que afectan a la manera de relacionarnos con nuestros padres, nuestros amigos, el entorno y nosotros mismos. Se despierta la sexualidad y en el interés por las relaciones amorosas. Es el momento en el que los grupos de pares cobran una gran importancia. Todos estos cambios van a influir en el autoconcepto, el valor de uno mismo y en la autoestima.
En Terapia Viva consideramos la autoestima como un tema central de la terapia, pues el amor por uno mismo nos hace crecer, nos ayuda a poner límites y a desenvolvernos de una forma saludable en el mundo. Trabajamos con los adolescentes en la generación de vínculos sanos y modelos adecuados que les permitan ser cada vez más autónomos e independientes sin que por ello tengan que romper relaciones o desarrollar conductas de riesgo.
b) Problemas en las relaciones familiares:
El problema más frecuente de la adolescencia suele ser la relación con sus padres. Se trata de ayudar a padres e hijos a recolocarse para transitar por esta etapa. Son recomendables dosis de paciencia, establecimiento de límites con amor, sintonía con los cambios y las emociones de los chavales y establecer un tipo de comunicación asertiva. Estar atentos y conscientes, mostrarse cercano respetando su espacio y su desarrollo y acompañarlos en los procesos por los que pasan es de vital importancia para generar un clima de confianza y apertura en el que se puedan detectar a tiempo los problemas o las dificultades.
Son de suma importancia en esta etapa, tener un grupo de apoyo, les da sensación de pertenencia, se sienten incluidos y aunque también tienen una gran necesidad de diferenciarse necesitan reconocimiento por su grupo de pares. La escuela suele ser uno de los principales sitios de socialización, y los problemas sociales pueden repercutir en su autoestima, en el rendimiento escolar, en sus relaciones fuera de ese ámbito y llegar hasta somatizar (problemas de sueño, de alimentación, dolores, migrañas.
d) Bulling y la violencia entre pares:
Llama la atención el maltrato entre iguales en Educación Secundaria Obligatoria. El Defensor del pueblo, en 2000, indica que los problemas que se producen con mayor frecuencia son las agresiones verbales y la exclusión de grupo, seguido por la agresión física indirecta y las conductas de amenaza para intimidar. En menor medida, se dan las agresiones directas o los malos tratos graves, como el acoso sexual o amenaza con armas. Es un fenómeno fundamentalmente masculino y ocurre a edades cada vez más tempranas, pero disminuye progresivamente hasta el último curso de educación secundaria obligatoria. Existe una clara relación entre el género masculino y la agresividad o violencia.
Según los encuestados por INJUVE 2002, la violencia, entre los jóvenes, es un problema real y mencionan sobre todo que existen importantes problemas de inseguridad en los lugares de ocio. Las mujeres perciben más intensamente la violencia que los hombres. El contexto de riesgo más evidente parece ser la pandilla o el grupo, cuyo amparo puede promover las conductas más agresivas de nuestros jóvenes, como violencia callejera, compra de drogas, hurto. La educación y la conciencia social tanto de hombres como de mujeres son necesarias desde la más temprana edad para que en periodos posteriores no se tengan que lamentar estas conductas.
La mejor forma de combatirlo es la información. Debemos conseguir que tanto nuestros hijos como nosotros tengamos suficiente información acerca de los indicios que nos hacen sospechar de un posible acoso para poder detectarlo en sus inicios, lo que hará que el problema sea mucho más fácil de solucionar.
Igualmente en esta etapa de cambios, puede que el adolescente esté más distraído, tenga más motivación por otras cosas que por los estudios, se revele ya que necesita autodeterminarse pero le cueste aún gestionar su tiempo y la frustración ante el esfuerzo. El fracaso escolar puede ser un problema en sí y también un síntoma de otros problemas, por lo que es importante estar atentos ante las señales, saber establecer vías de comunicación y ponerles límites adecuados para llegar a tiempo.
f) Trastornos de la alimentación:
La adolescencia es el momento en el que suelen aparecer los trastornos de la alimentación como la anorexia y la bulimia (hipervínculo con artículo sobre TCA). La autoimagen, la autoestima, las relaciones, las exigencias de las redes sociales que imponen un estilo de cuerpo difícil de cumplir, entre otros, son factores de riesgo y posibles desencadenantes de un TCA. Ayudarles a tener una buena relación con la comida, hábitos saludables, y cada vez más consciencia sobre lo que es tener una figura “real” lejos de estereotipos, es el punto de trabajo en casa y en psicoterapia tanto para la prevención como para la recuperación.
g) Acoso por Internet y contenido no apto:
Internet es una herramienta muy poderosa a la que ahora adolescentes y niños tienen acceso con facilidad, y no siempre estamos tan atentos al contenido que visualizan. Además, las redes sociales en las que se mueven pueden ser una herramienta de trabajo escolar y colaborativo, una fuente de satisfacción y un medio a través del cual estar conectados pero también conlleva riesgos. Igual que se puede dar el bullying en el entorno escolar, las redes sociales pueden ser el contexto de acoso por parte de compañeros, amigos o haters.
Ocho de cada 10 chicos consumen pornografía habitualmente en la adolescencia. La edad de inicio es a los 12 años y los hombres realizan búsquedas activas mientras las mujeres tratan de aprender qué se espera de ellas. Casi al 55% de los jóvenes encuestados por Save the Children les gustaría poner en práctica las escenas que ven, en su mayoría violentas y desiguales. El periódico.com
Pero ocurre también, que los adolescentes pueden ser abordados en las redes por adultos acosadores.
Por otro lado, el contenido adulto, pornografía, violencia, juego en línea, ruleta, etc, es de fácil acceso y es importante ejercer un control parental para evitar que estén expuestos a contenido no adecuado para ellos. Los padres, deben ocuparse de que, desde su infancia sepan qué puede y qué no puede hacerse por Internet; de esta forma disminuirá la posibilidad de que sufran este tipo de acoso o de que corran otros riesgos asociados al uso de estas herramientas.
h) Consumo de sustancias. Consumo de Tabaco, Alcohol y Drogas Ilegales
Desde los primeros estudios realizados en la década de los 80 sobre consumo de alcohol y drogas en la juventud Española (Alvira y Enríquez de Salamanca, 1985), (Comas, 1985) y Navarro (1985), ha habido una evolución: Descendiendo el consumo de heroína, se mantiene el cannabis, aumenta el consumo abusivo de alcohol y aparecen las drogas de diseño. Se da un uso masivo del alcohol los fines de semana, se expande el consumo de cocaína entre amplios sectores de la población y se populariza el éxtasis, las anfetaminas y las sustancias con efectos psicodélicos o de distorsión perceptiva (Gamella y Álvarez, 1997).
Según el Plan Nacional sobre Drogas, el consumo abusivo de alcohol es superior en jóvenes de 25-29 años, aumenta con la edad, siendo casi el doble en el fin de semana. Existe un mayor consumo en chicos que en chicas, sin embargo tienden a igualarse sobre todo en el consumo de alcohol y tabaco, siendo llamativo que entre los escolares hay más fumadoras que fumadores.
El consumo de estas sustancias entre escolares de edades comprendidas entre 10 a 14 años aumenta gradualmente (Navarro 2002), en especial el tabaco, la cocaína y el éxtasis, y sobre todo los fines de semana. Así mismo, con referencia al tabaco, Martín Serrano y Velarde en el Informe juventud España 2000, señalan que el consumo va aumentando con la edad, siendo el 40% de los fumadores adultos de 35-39 años. Llama la atención que, al menos, el 46% de los jóvenes (14-24 años) (INJUVE 2002) ha probado alguna vez estas sustancias. Según estos estudios, el uso de estas sustancias no constituye, entre los jóvenes, una conducta que se tenga que ocultar si no que, está socialmente aceptada y tiene valores positivos como de pertenencia a una colectividad. No obstante, queremos señalar los esfuerzos por las administraciones, en nuestro país, por disminuir el consumo del tabaco, Ley del Tabaco 2011, con la que a finales de 2011 se redujo el tabaquismo entre un 4% y un 10% y que esta disminución ha evitado alrededor de 5.000 muertes (El mundo, 7 marzo 2011).
La evolución de los datos indica que parece haber aumentado el porcentaje de jóvenes sexualmente activos, en el Informe sobre la Juventud en España 2000 se sitúa la edad media de la primera experiencia alrededor de los 18 años. El porcentaje aumenta en un 70% a los 19-20 años.
Un importante porcentaje tiene relaciones de pareja estables, aunque un 13% reconoce tener relaciones con distintas personas conocidas. El tipo de relaciones son en su mayoría heterosexuales y una minoría homosexuales o bisexuales.
El método más utilizado (INJUVE 2002) es el preservativo 38%, aunque un 11.6% dice no utilizarlo nunca. Esto resulta una tendencia a la baja respecto de informes anteriores INJUVE 2000, en los que el 80% de los encuestados decía usar el preservativo. El resto de métodos anticonceptivos tiene una presencia marginal en el estudio. Es muy utilizado el coito interrumpido, siéndolo cada vez más entre chicos y chicas mayores, lo que nos muestra que a mayor edad, el uso de este anticuado y poco eficaz medio de anticoncepción, es más popular teniendo en cuenta que, además, no protege contra enfermedades de transmisión sexual.
Embarazos no deseados, abortos y enfermedades de transmisión sexual. En esto la educación sexual y la comunicación abierta y honesta con los adolescentes, tanto en el entorno educativo como en la familia es de vital importancia para concienciar
El abuso sexual es un problema que sufren sobre todo las adolescentes, pero es muy importante hablar tanto con ellas como con ellos para que entiendan lo que es el abuso, entiendan que no tienen que permitirlo ni realizarlo y que es un delito. Es importante que sepan que deben denunciarlo si les ocurre.
De acuerdo con el Instituto Nacional de la Salud, cerca de 1 de cada 3 adolescentes entre las edades de 13 y 18 puede tener un trastorno de ansiedad. El número va en aumento; entre el 2007 y el 2012, los trastornos de ansiedad en los niños y adolescentes aumentó un 20 %.
La ansiedad es una de las formas más frecuentes de psicopatología en la infancia y adolescencia, presentando tasas de prevalencia entre un 10 y un 20%, por encima de la depresión y de los trastornos de la conducta. Sin embargo, en muchas ocasiones no es diagnosticada ni tratada. Los trastornos de ansiedad a menudo se inician en la infancia y la adolescencia y son progresivos, persistentes y crónicos o de curso recurrente. El diagnóstico precoz y su tratamiento puede reducir el impacto en la vida del adolescente, académica, social y familiar y prevenir la persistencia de un trastorno de ansiedad en la vida adulta.
El ritmo de vida, las exigencias del día a día, estar a la altura, ser perfectos y parecerse a sus ídolos en las redes sociales, pueden generar momentos de ansiedad, descontento con uno mismo y depresión. Muchas veces las señales llegan en forma de síntomas, antes de que ellos mismos sepan siquiera que les pasa.
El fracaso escolar, la apatía, el exceso de sueño o insomnio, conductas de riesgo, irritabilidad, problemas con la alimentación pueden ser el síntoma de que nuestro hijo puede estar viviendo un proceso de ansiedad o depresión. La depresión aparece con relativa frecuencia en la adolescencia y es habitual cierta ciclotimia, momentos en los que están eufóricos y otros tristes y apáticos. Aunque habitual, si tenemos la mínima sospecha de que nuestro hijo o hija está pasando por una depresión, hay que pedir ayuda a profesionales de la salud.
2. Algunas Herramientas para trabajar con adolescentes
a) Habilidades sociales:
En la adolescencia, la necesidad de pertenencia al grupo de pares es de vital importancia. Esta etapa representa la transición hacia la edad adulta y la salida del núcleo familiar, que pasa necesariamente por adoptar una familia alternativa: los amigos. Acompañado por nuestros pares da menos miedo explorar el mundo y a la vez, es más seguro que hacerlo solo. Los grupos son como la zona de desarrollo próximo que describe Vigotsky para dar el salto definitivo a la adultez, de tal forma que, muchas veces, son preferidos y antepuestos a la familia, pues es de ahí de donde se quiere el adolescente separar y es de ahí de donde es necesario que se separe. Desde Terapia Viva, podemos ayudar al adolescente a desarrollar relaciones sanas, a desenvolverse con sus amigos de una manera auténtica y con seguridad, a cultivar la empatía y a aprender herramientas asertivas para comunicarse con los demás, de tal forma que no se sienta excluido ni alienado.
b) Establecimiento de límites con amor:
En Terapia Viva creemos que todos necesitamos límites. Desde niños tenemos la necesidad de que exista un principio y un final para todo, un orden y sobre todo necesitamos respeto: que nos respeten y respetar. Los límites los vamos a adquirir de nuestros padres, y de las personas que nos cuidan y tienen algún trato con nosotros. Hay que tener muy en cuenta que cuando no se respetan nuestros límites nos sentimos invadidos y a veces, por la necesidad de complacer, de pertenecer y de no perder el amor, dejamos que vulneren nuestro espacio vital tanto físico como psíquico. El traspaso de ciertos límites puede desembocar en un abuso más grave.
El adolescente tiene ya una historia, y trabajaremos en cómo se han ido incorporado los límites en su vida, la relación con sus padres, familiares, amigos, escuela o instituto. En Terapia Viva tratamos los límites como uno de los caminos para llegar a tener una sana autoestima pues nos ayudan a estar en el mundo de una manera saludable. Es esencial cultivar la asertividad y poder decir que no para evitar conductas de riesgo. Como en todo, tanto el niño como el adolescente, practicarán su asertividad y su capacidad de decir que NO con sus padres y cuidadores y a veces estas conductas de oposición son dolorosas para los padres, aunque vitales para los hijos. En Terapia Viva ayudamos a las familias a conciliar la necesidad que tiene el adolescente de separarse y su necesidad de oposición, con la necesidad de los padres de ponerles límites. Y les acompañamos para encontrar la manera de que todos puedan aprender a poner límites con amor.
3. ¿Cómo trabajamos en Terapia Viva con adolescentes?
Desde Terapia Viva, trabajamos con adolescentes y jóvenes en su autoestima y autoconcepto, en la necesidad de poner límites y en la contención. Además, realizamos un tratamiento especializado y acorde a la problemática o dificultades que presente. Mediante diferentes técnicas de psicoterapia cognitivo-conductual, humanista y counselling abordamos cualquier duda, confusión o problemática propia de esta etapa. Teniendo en cuenta el trabajo corporal y emocional, las necesidades insatisfechas y las relaciones con ellos mismos, su familia, entorno social, escolar y sus grupos de pares.
Todo ello, con el objetivo de fomentar su autonomía para sentirse cada vez más realizados y que disfruten de una manera sana de esta etapa de su vida. Como en todo trabajo con niños y adolescentes, nos parece muy importante que la familia y los entornos educativos en los que se integra el adolescente estén involucrados en el proceso. El trabajo con el entorno y con el sistema propicia que la labor del terapeuta y los esfuerzos del adolescente estén en equilibrio con el contexto social-educacional y familiar del paciente.
Calle de la Princesa 59, 1 izq, 28008. Madrid.
Todos los derechos reservados | Terapia Viva